He aquí lo que debes hacer:
Amarás a la tierra y al sol y a los animales.
Despreciarás las riquezas.
Darás limosnas a todo el que las pida.
Defenderás a los imbéciles y a los locos.
Dedicarás a los otros tus ganancias y tu trabajo.
Odiarás a los tiranos.
No disputarás sobre Dios.
Tendrás paciencia e indulgencia para con las gentes.
No rendirás homenaje a cosa alguna conocida o desconocida, ni a ningún hombre o conjunto de hombres.
Te juntarás libremente con las personas vigorosas e indoctas, y con los jóvenes, y con las madres de familia.
Leerás estas Hojas al aire libre, en todas las estaciones de todos los años de tu vida.
Liarás nuevo examen de todo cuanto te hayan dicho en las aulas o en las iglesias o en cualquier libro.
Desecharás todo aquello que ofenda a tu propia alma.
Y tu carne misma será un gran poema y poseerá la más abundante soltura no sólo en sus palabras, sino también en las líneas silenciosas de sus labios y de su rostro, y entre las pestañas de tus ojos, y en todos los movimientos y coyunturas de tu cuerpo…
Walt Whitman, prefacio a la edición de Hojas de Hierba de 1855, traducción de Francisco Alexander. Visor de poesía nº 694. Visor Libros, 2009.
Imagen: Evelyn de Morgan, «Love’s passing», 1884