El viaje es caluroso, polvoriento y largo. Cuando llegan a una cafetería, la comida es mala y vuelven agotados después de cuatro horas. Uno de ellos, con mala intención, dice: “¿Fue un gran viaje, no?”. La suegra responde que, de hecho, hubiera preferido quedarse en casa, pero decidió seguirlos sólo porque los otros tres estaban muy entusiasmados. El marido dice: “No me sorprende. Sólo fui para complaceros a todos”. La mujer dice: “Yo acepté ir porque pensaba que os haría felices. Tendría que estar loca para desear salir con el calor que hace”. El suegro después refiere que lo había sugerido únicamente porque le pareció que los demás podrían estar aburridos.
El grupo se queda perplejo por haber decidido hacer en común un viaje que nadie entre ellos quería hacer. Cada cual hubiera preferido estar sentado cómodamente, pero no lo admitieron entonces, cuando todavía tenían tiempo para disfrutar de la tarde.
Jerry B. Harvey, 1988: The Abilene Paradox and other Meditations on Management