Para y escucha: el amor transforma.

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Siento cómo se me eriza la piel de la emoción y se me humedecen los ojos: mi sensibilidad interior me está avisando de que estoy en un espacio sagrado y lleno de amor. Estoy receptiva y con el corazón abierto de par en par, parada ante un jardín que destila belleza desde cada flor y desde cada planta. Hay hombres a mi alrededor, de diferentes edades y procedencias, que me regalan sin quererlo su tierna sabiduría, nacida desde el reconocimiento profundo de su falibilidad y de la búsqueda de respuestas. No estoy en un monasterio ni en un retiro espiritual, pero junto a mi maestro de Reiki, Javier Robas, hemos compartido una larga meditación guiada por Amparo, estirados en el suelo y abrigados con mantas para sentirnos, si es eso posible, aún más arropados. Después nos hemos regalado mutuamente la energía Reiki; nuestras manos se han convertido en vehículos de amor incondicional, posándose en aquellos puntos donde sentíamos el dolor físico, mental-emocional o espiritual del otro.

Aquí se respira pureza de espíritu y mucha humanidad. Noto el poder transformador de la ternura en cada una de las miradas de esos hombres, y me siento muy cerca de ellos, de lo que son en ese momento. Siento, de manera profunda, real y potente, un sentimiento brutal de estar Aquí y Ahora. De verdad. No hay mantras, no hay santones, no hay guías, no hay incienso ni cuencos tibetanos. Sólo hombres. Y el ruido divertido de algunos gorriones, y la luz del sol de sábado por la tarde de marzo. Y sí, lo había olvidado, y es muy importante: a nuestro alrededor hay rejas, alambres, llaves, vigilancia, seguridad, institución. Estoy, efectivamente, en el Centro Penitenciario Quatre Camins de la Roca del Vallès (Barcelona). Entrar en la prisión ha sido una de las experiencias de voluntariado más intensas y bellas que he tenido. Y me ha recordado la importancia de enraizarme, mirar a los ojos al otro y sentir sin preguntas. No me importa quién eres, cuál es tu historia, de dónde vienes, qué has hecho o qué harás. Sólo te amo, aquí y ahora, y nos dedicamos tiempo, dulzura, escucha y compañía. Nada más. Y nada menos.

Sri Amma con educadores, voluntarios e internos del CP Quatre Camins

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Amparo Saavedra trabajaba de profesora en un instituto cuando sintió que estaba en profundo desacuerdo con la rigidez de la institución educativa. Hace 27 años decidió parar y escuchar, y así darse un tiempo antes de volver a la docencia. Y empezó a trabajar casi por casualidad (si es que existe tal cosa), de educadora en el Centro Penitenciario Quatre Camins. Y poco a poco, esfuerzo tras esfuerzo, y luchando contra una nueva rigidez institucional, ha mirado a decenas de personas a los ojos y les ha acompañado en el camino hacia el encuentro con la recuperación de su dignidad y de su ser divino. Como ella explica, para fraguar toda la experiencia, hace unos años inició junto a su colega Tania el proyecto de “Quatre camins solidari”. Como ella explicaba:

«Después de años de experiencia he observado que los sistemas que hemos creado (escuelas, servicios médicos, prisiones…) muchas veces no son respetuosos con la naturaleza esencial del ser humano, que es bondadosa y pacífica, y no lo son porque simplemente no la ven, por eso en los sistemas no hay espacio para que el individuo pueda reencontrarse consigo mismo y con sus potencialidades. Hemos burocratizado y protocolizado nuestras relaciones, pero esto no nos hace felices. Tenemos mucho conocimiento pero carecemos de la sabiduría para aplicarlo adecuadamente, tenemos mucha cabeza pero poco corazón. Sin embargo he observado que con el acompañamiento adecuado, desde el respeto y el amor, se producen verdaderas metamorfosis del alma y los individuos son capaces de utilizar el sufrimiento como instrumento de apertura de conciencia.»

Tras una profunda observación y un trabajo intenso en el CP, y con la colaboración de entidades como Envi (que canaliza recursos de voluntariado en el contexto de la salud natural) y la ONG «Embracing the World» de Sri Amma, mantienen diferentes talleres de meditación por la paz y Reiki, porque como dice Amparo, «creando silencio y compartiendo energía sanadora conectamos con lo que somos realmente y nos desprendemos de lo que creemos ser».

Acción solidaria de un grupo de internos de Quatre Camins, con Amparo Saavedra

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También han habilitado los llamados “rincones de conciencia”, unos pequeños espacios en cada zona y planta de la prisión, iluminados con carteles motivadores y unos contenedores de recogida para que presos, funcionarios, educadores e incluso policía, llenen de tapones para ayudar a niños y niñas con enfermedades complicadas. Como también nos cuenta la educadora: «curando al niño de fuera curamos al niño de dentro, que está muy herido». En estas labores están implicados la mayoría de los internos, y mediante rifas solidarias (con donaciones que aportan las firmas comerciales), consiguen fondos para diferentes causas. Han participado también en el documental «El reto de Eva«, que versa sobre la lucha de Eva, que padece esclerosis múltiple pero que no para de ponerse retos porque su hijo padece una enfermedad rara llamada Dent. También los internos colaboran con la Asociación Alba Pérez contra el Cáncer Infantil, entre otras entidades, construyendo manualidades para que después se puedan recaudar fondos.

En suma, y como reza el proyecto «Quatre Camins Solidari», el éxito «se basa en poner nuestros dones y talentos al servicio del bien común, y de esta forma transformarnos nosotros para acabar transformando el mundo”. Gracias, porque yo me he transformado, así que volveré para beber de vuestra bella energía y ofreceros mi sonrisa, mi tiempo y mi ternura. ❤

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